El Cruzado Trump. ¿Será Estados Unidos una Nación Cristiana?

"El Cruzado Trump. ¿Será Estados Unidos una Nación Cristiana?", escribe Irene Selser en #Entrevías

El presidente Trump sigue firmando decretos para cambiar el rostro de Estados Unidos –y del mundo– y uno de los últimos ha sido la creación de una orweliana Oficina de la Fe en la Casa Blanca para eliminar el supuesto “sesgo antricristiano” en las instituciones federales. También anunció la formación de un grupo de trabajo liderado por la fiscal general Pam Bondi, quien en coordinación con la Oficina de la Fe deberá asegurar que las comunidades religiosas, en particular las cristianas, practiquen su credo sin restricciones.

En un país oficialmente laico, pero con gran diversidad religiosa, la religión mayoritaria es el cristianismo (42% en 2023, según Pew Reserch), con más de 900 denominaciones, seguida del catolicismo (26%), además del judaísmo, islamismo, budismo e hinduismo, entre otras.

El anuncio fue hecho por Trump el 6 de febrero durante el tradicional Desayuno Nacional de Oración ante legisladores de ambos partidos y ahí el republicano confió en que su mayor legado sea “ser reconocido como un pacificador y unificador”, reiterando su compromiso con “los valores religiosos” del país.

Desde el Departamento de Justicia, la fiscal Bondi (59), cercana a Trump, deberá “evaluar y corregir” las políticas que puedan afectar la libertad religiosa, defendiendo en primer lugar la práctica del cristianismo, en riesgo según Trump por una serie de regulaciones aplicadas por su predecesor Joe Biden, quien habría “limitado” la expresión de las creencias y el uso de símbolos cristianos en espacios públicos y en el ámbito laboral.

Recordemos que, entre sus decisiones de última hora, Biden presentó en diciembre una estrategia para combatir la islamofobia, con más de 100 medidas que debían adoptar los funcionarios federales para encarar “el odio, la violencia y la discriminación” contra las comunidades musulmanas y árabes. Pese a lo resonante de la iniciativa, el Consejo de Relaciones Estadounidenses Islámicas (CAIR), el mayor grupo de defensa musulmana en el país, la criticó por “demasiado limitada y tardía” y lamentó el apoyo de Biden a “la destrucción de mezquitas por parte del gobierno israelí, la profanación del Corán y permitir los crímenes de guerra de Israel en Gaza”, tras el ataque de Hamás en octubre de 2023.

En 2011, en entrevista con el programa 700Club, Trump dijo que “soy protestante, soy presbiteriano”, si bien en 2020, en su primer mandato, se describió como “cristiano no denominacional”, es decir, no ligado a ninguna confesión específica. Melania, su esposa, es católica y su hija Ivanka se convirtió al judaísmo en 2009 para casarse con el empresario Jared Kushner, férreo defensor de la alianza de Washington con Israel.

El atentado del 3 de julio de 2024 en Pensilvania, en plena campaña electoral y del cual Trump resultó herido levemente en la oreja izquierda, le sirvió al magnate para redescubrir su fe. “Ese día”, dijo, “la fe adquirió para mí un nuevo significado”. Especuló si su salvación, sin duda milagrosa, tuvo un propósito divino, “que es hacer que nuestro país sea más grande que nunca”.

La idea de Trump como “enviado de Dios” es compartida por los habitantes del llamado Cinturón Bíblico (Bible Belt), que abarca más de una decena de estados en el sureste “profundo” del país, desde Oklahoma hasta Georgia, donde el cristianismo evangélico está tan arraigado en la población como imbricado en la política. En los últimos comicios, Trump arrasó en esa amplia zona rural, de mayoría protestante ultraconservadora que comulga con el creacionismo, según el cual Dios y nadie más creó al mundo. Por lo mismo, se oponen a cualquier explicación científica de la vida (antievolucionistas) y rechazan la separación Iglesia-Estado (“el cristianismo es indisoluble de la política”), la educación sexual, el aborto y los derechos civiles para la comunidad Lgbtq+.

Los confecionistas son como Trump pro armas, antiinmigrantes y negacionistas del cambio climático (“Lo que ocurre en el mundo depende de Dios”), coincidiendo con la Heritage Foundation y su Proyecto 2025, el cual está tomando forma día tras día en la mayoría de las órdenes ejecutivas, incluyendo la defensa enconada del Estado de Israel. Según la derecha cristiana de Cristianos Unidos por Israel, la segunda venida de Jesucristo ocurrirá en Tierra Santa; de ahí la imperiosa necesidad de expulsar hasta el último árabe palestino de Gaza y Cisjordania en lo poco que queda del antiguo Mandato británico sobre Palestina.

La Casa Blanca no ha confirmado si sigue funcionando los miércoles el Grupo de Estudio de la Biblia, creado en 2018, bajo Trump, por el pastor californiano Ralph Drollinger, exjugador de baloncesto y fundador en 1996 del ministerio de evangelización y discipulado Capitol Ministries, con ramificaciones en seis países del área, entre ellos México, Brasil y Perú.

Drollinger se ha dedicado a “crear discípulos de Jesucristo en la arena política y entre congresistas y legisladores” para incidir directamente en la realidad e influir en líderes “first the firsts”, como Jair Bolsonaro en Brasil o Daniel Ortega en Nicaragua, convertido en el principal enemigo de la Iglesia católica en peligro de extinción ahí. De hecho, fue la Fundación Heritage con sus célebres Documentos de Santa Fe, la responsable en los años 80 de invadir literalmente Centroamérica con un ejército de denominaciones protestantes que a la fecha –y con la ingenua ayuda del papa Juan Pablo II, involucrado en su propia cruzada anticomunista contra la Teología de la Liberación– hicieron retroceder la fe católica de 95% a 65%, promedio actualmente en América Latina.   

La ambición de Drollinger y del poderoso Bible Belt es convertir a Estados Unidos en una nación cristiana. Y que sea de la Biblia la fuente de las leyes constitucionales.