¿Y todo para qué, y todo para qué…?
Con la amenaza cumplida de los aranceles, es obvio que resultaron inútiles los “esfuerzos” del gobierno de Claudia Sheinbaum en su intento de evitarla.
Para impedir el paso de migrantes que Trump exigió fueron movilizados 10 mil elementos del Ejército y la Guardia Nacional; se aplicaron aranceles a productos chinos; se aseguraron cargamentos de fentanilo; se detuvo a los narcotraficantes, se destruyeron sus laboratorios y lo más increíble: violando la Constitución y las leyes, se entregó a Estados Unidos a 29 de la alcurnia criminal.
¿Y todo para qué/, y todo para qué…?
Sheinbaum y México perdieron.
Llamaron “cooperación” a la sumisión. El gobierno del segundo piso se dobló al redoble de los tambores imperialistas de Trump, a quien nada lo satisfizo.
Tampoco sirvió de algo que la Presidenta celebrara la ilegal entrega de los 29 echándole la culpa al Poder Judicial, como se constató en el altivo, soberbio y majadero comunicado del Departamento de Justicia estadounidense, dejando claro que EU le impuso a México la Ley del Más Fuerte y lo forzó a ceder soberanía.
La procuradora general de ese país, Pamela Bondi, precisó que “la ‘transferencia’ de los criminales obedece a la Orden Ejecutiva de Trump. El fiscal general adjunto, Emil Bove, dijo ahí mismo que “las acciones de hoy son consecuencia de una Casa Blanca que negocia desde una posición de fuerza y de un Fiscal General que está dispuesto a liderar al Departamento con coraje y ferocidad”.
No hay duda pues: la imposición arancelaria proviene de una posición agresiva e insaciable de fuerza y coraje porque a Trump nada lo sacia y por eso exige otra ofrenda: la de los narcopolíticos.
Buscando justificar su irracional medida, vuelve a acusar a las instancias oficiales mexicanas de estar coludidas con el crimen organizado, de modo que Sheinbaum tendrá que entregar a machuchones inclusive de su propio partido.
Lo más preocupante hoy es que Trump quiera cumplir la amenaza, repetida dos veces, de su Secretario de Defensa que, por supuesto, atentaría contra la soberanía y la seguridad nacional mexicanas. Según el WSJ, Pete Hegseth profirió la amenaza al general secretario mexicano Ricardo Trevilla: que si México no termina con el contubernio gubernamental con organizaciones criminales, habría una intervención militar estadounidense en México. ¿Debemos temer entonces que incursionen en territorio nacional para secuestrar o ejecutar a delincuentes?
Sheinbaum llama a una “unidad” nacional que no ha procurado sino, por el contrario, alentado la división iniciada por su pendenciero predecesor.
La desunión de las fuerzas políticas, sociales e institucionales la hace acudir al recurso populista que su mentor le enseñó: convocar a sus huestes a la plaza pública y al “masiosare”, lo que simple y sencillamente no servirá de nada.
Distinto sería si sin tanto circo y desde su despacho, flanqueada por los titulares de los otros dos Poderes diera a conocer, si no todo el abecedario que dice tener, al menos su plan b…
Carlos Marín
cmarin@milenio.com